Vladímir Víktorovich Kibálchich Rusakov (Владимир Викторович Кибальчич Русаков), mejor conocido como Vlady (Petrogrado, 15 de junio de 1920 – Cuernavaca, México, 21 de julio de 2005) fue un pintor y grabador ruso-mexicano con ascendencia belga y rusa.
El 5 de septiembre de 1941, el escritor y activista Victor Serge y su hijo, el pintor Vlady, aterrizaron en la Ciudad de México, exiliados de la URSS.
Vlady tuvo una gran influencia por parte del murialismo mexicano “lo primero que vi fueron los murales de Rivera y Orozco; la dimensión de sus trabajos […] Y de repente ves que Diego Rivera dibuja la gente en los mercados, esta relación inmediata, ambiental, y que adentro tiene todo el prestigio del Renacimiento, toda la pintura del siglo XV. Y que José Clemente Orozco sobrepasa de manera impresionante todo el expresionismo alemán, menudo, tímido. Todo esto me lleva a otro mundo. (…)
Vlady se naturalizó mexicano en 1949. Desde 1945 participa en numerosas exposiciones individuales y colectivas. Ese carácter volcánico de las revoluciones que describiera su padre Victor Serge, tras ser testigo del nacimiento del volcán Paricutín, lo plasmaría Vlady mucho tiempo después en su obra mayor: el conjunto de murales de la biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, que realizó de 1973 a 1982. Con un estilo figurativo, el conjunto pictórico de unos 2,000 metros cuadrados reflejaba el ánimo de “iluminar el cielo de la utopía” y de reivindicar a los disidentes de todas las revoluciones presentes, pasadas y futuras. Le llamó “La revolución y los elementos” y lo pintó en gran parte solo –auxiliado en ocasiones por los pintores Cecilio Balthazar y Octavio Moctezuma‐ dedicándolo “a la probidad intelectual de Victor Serge y a las penas de Liuba, su madre, quien debido a la persecución constante de su familia por motivos políticos, fue internada en un psiquiátrico hasta el fin de sus días.
El mural de Vlady llama la atención de numerosos visitantes procedentes del mundo entero. Edgar Morin, Lawrence Ferlighetti, Jean-Pierre Chevênement, Michel Lequenne, Allen Ginsberg y Andrei Voznesensky, entre otros, han tenido la suerte de viajar con Vlady a través de las revoluciones.
En 1981, en plena guerra fría, el poeta estadounidense Allen Ginsberg y el poeta ruso Andrei Voznesensky proclaman unánimes su admiración por el fresco. Al final de la visita, Voznesensky exclama: «¡Y pensar que cuando regrese a la URSS no podré escribir jamás una sola línea sobre lo que he visto aquí!».
A partir de 1990, Vlady residió en la ciudad de Cuernavaca, donde fallecería en 2005 a causa de cáncer cerebral.
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